Ruta Canaria: la más mortífera de las vías migratorias hacia España

Solo en 2023, 40.000 personas llegaron a las islas Canarias y 6007 fallecieron en el intento. No se sabe cuántos más desaparecieron en el Atlántico.

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Las islas Canarias, que son territorio español pero situadas en el océano Atlántico junto a las costas de Marruecos y el Sahara Occidental, son un puerto de entrada a Europa muy cerca de África. Desde hace 30 años que este archipiélago se convirtió en el puerto de llegada de la ruta migratoria más mortífera hacia España. Más de 200.000 personas viajaron hasta allí en barcos muy precarios, pagando miles de dólares por un viaje con nula seguridad.
Son ocho las islas que las componen. Están a 1.700 km de la capital del país, Madrid, pero a tan solo 250 km de la ciudad de Tan-Tan en la costa marroquí. Europa a pocos kilómetros de África, en un choque cultural de dos posibilidades de desarrollo drásticamente distintas a un corto viaje de distancia.
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Las islas de Lanzarote y Fuerteventura, al norte, suelen recibir a aquellos que salen de las costas de Marruecos y el Sahara Occidental. Es un viaje que, dependiendo de la embarcación y su motor, puede demorar como máximo 24 horas. Suelen verse pateras -barcos pequeños, de fondo plano, sin quilla- o neumáticas -gomones inflables de caucho o goma-.
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El 28 de agosto de 1994 llegaron los primeros migrantes a una playa de Fuerteventura. Dos jóvenes saharauis viajaron en una patera y se convirtieron en la primera embarcación de inmigrantes sin papeles que llegaba a las islas Canarias. Otras 8 personas llegaron ese mismo año siguiendo ese recorrido. Lentamente, el número comenzaría a aumentar hasta el 2002 cuando se registraron casi 10.000 personas en 400 pateras.
Pero el quiebre llegaría 4 años más tarde, cuando en el 2006 hubo un pico de llegadas que escaló a 31.678 migrantes en 12 meses. ¿Qué fue lo que cambió? Los canarios comenzaron a observar que los barcos que llegaban eran distintos, más grandes, pintados en colores vibrantes y tripulados por jóvenes subsaharianos. Los cayucos -barcos de pesca originarios de Senegal, Mauritania y Gambia-, transportaban hasta 200 personas en viajes que demoran hasta 10 días. Pero estas embarcaciones no llegaban a las islas del norte, si no al sur, a El Hierro, Tenerife o incluso a la capital Gran Canaria.
Este triste récord pasaría a la historia como “La crisis de los cayucos” y fue un cambio de paradigma en la política migratoria de España. Según la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, más de la mitad de los migrantes que llegaron en el verano de 2006 eran senegaleses, así como 1000 de los 7000 que fallecieron intentando cruzar.
La ruta migratoria se consolidó como una vía de escape para los conflictos políticos, económicos y sociales que sufren los países occidentales del Sahel.
Pero la historia muchas veces se repite, y si bien las estadísticas fluctuaron con los años, 2023 superó al 2006 en una escalada de migración. La cifra marcó un nuevo récord: de 10 personas en 1994 a 39.910 en 2023. Además, los registros oficiales de llegadas muestran que la mitad de todos los migrantes que arribaron a las islas se concentró en los últimos 4 años: 2020, 2021, 2022 y 2023. Siendo el último, el que superó el récord histórico del 2006 y el cual aumentó en un 160% en comparación al año anterior, 2022.
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Sin embargo, el aumento de la popularidad de la ruta no implica que se haya vuelto más fácil para cruzar. Las organizaciones de las Naciones Unidas para refugiados y migrantes -ACNUR y OIM- decretaron que la ruta Canaria es una de las más mortíferas del mundo por la tasa de muertes en comparación a los sobrevivientes. 1 persona de cada 20 que viaja, fallece en el trayecto. En el Mediterráneo, esta tasa es de 1 de cada 51 personas. Es que aquellos que emprenden la travesía deben enfrentarse a navegaciones de hasta 1.500 kilómetros en océano abierto. Las mareas y los vientos pueden hacer que los cayucos se pierdan, que pasen semanas sin agua potable ni alimento y que, si no logran corregir el rumbo, terminen a la deriva en el medio del Océano Atlántico. Han llegado incluso cayucos a las islas del Caribe tras meses de haber desaparecido de la ruta Canaria.
6007 personas fallecieron en el 2023 tratando de llegar a las Islas Canarias desde África.
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Mirar las cifras sin entender el contexto en el que fluctúan es observar la mitad de la película. La ruta Canaria crece en popularidad cuando otras opciones más seguras para migrar se dificultan. España tiene en África dos ciudades: Ceuta y Melilla, situadas en la península tingitana, en la orilla africana del estrecho de Gibraltar. Y existe un paso terrestre que fue muy utilizado por los migrantes subsaharianos que llegaban a pie hasta la frontera marroquí-española y saltaban las vallas que delimitaban el territorio. En junio de 2022, sucedió un hecho trágico. Entre 500 y 2000 personas realizaron un salto masivo para poder entrar a España. La mayoría de los migrantes eran de Sudán, Sudán del Sur y Chad. Según las fuentes oficiales marroquíes fueron 23 inmigrantes y 2 gendarmes muertos, mientras que ONG’s hablan de hasta 37 fallecidos por la desproporcionada brutalidad policial ejercida. Este hecho de difusión mediática internacional, provocó un estricto control policial en dicha frontera y una imposibilidad de cruce.
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Este contexto se suma a una crisis política y económica que está transitando Senegal para habilitar la Ruta Canaria como una opción para los migrantes subsaharianos de los países occidentales. Senegal vive en una inestabilidad política alarmante desde hace un año. Ousmane Sonko, el principal opositor al gobierno, está preso y las elecciones presidenciales, que debían realizarse en febrero de 2024, fueron demoradas. Finalmente, se celebraron el 24 de marzo y el candidato opositor Bassirou Diomaye Faye fue proclamado ganador. Será el quinto presidente de Senegal y el más joven, con 44 años. Mientras tanto, los datos de pobreza aumentan, la falta de confianza en las medidas de gobierno provocó protestas y la represión policial, fallecidos.
A esta situación se le suma un deterioro ambiental que afecta directamente la economía de los sectores más necesitados y que se acrecienta con los años. Gran parte de la población vive de la pesca artesanal y es una industria que enfrenta grandes problemas por la competencia con los barcos industriales que llegan a sus costas.
Un ejemplo claro de esto es cómo la pesca masiva de barcos internacionales en la costa senegalesa tiene un impacto directo en la crecida de migrantes que llegan a Canarias. Hace 30 años que el gobierno senegalés negocia con otros estados la posibilidad de que barcos masivos puedan pescar en sus costas. Esto provocó que la fauna marina sea depredada y no llegue a regenerarse rápidamente. Generaciones enteras que se dedicaron a la pesca artesanal y que vendían los pescados en un mercado para vivir. Son pescadores aquellos que conocen el mar y pueden navegarlo con conocimiento suficiente para migrar los 1500 km hacia España. Pero el riesgo de perderse es alto, de enfermar por no comer ni beber agua potable o de alucinar por tantas horas expuestos a los rayos del sol.
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“Barça wala Barsakh”, es una frase en wolof, el idioma local senegalés, que repiten muchos jóvenes. Significa “Barcelona o muerte”, porque el gran reto del viaje no es llegar bien, sino simplemente llegar. Se estima que entre un 5 y un 8% de las personas migrantes que salen de África mueren o desaparecen en la ruta Canaria.
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La tragedia más reciente que llamó la atención del mundo, sucedió en julio de 2023. Un cayuco con 130 pesqueros jóvenes del pueblo de Fass Boye, al norte de Dakar, la capital de Senegal, salieron hacia Canarias. Después de 1 mes de no tener noticias, los encontraron a la deriva cerca de la isla de Sal, en Cabo Verde. 38 personas, entre ellas varios menores, fueron rescatados después de semanas de no comer ni beber agua potable. 92 personas que iban a bordo murieron de hambre, de sed. Por la desesperación, muchos se tiraron al agua para intentar nadar hacia algún sitio pero murieron ahogados. La cifra inicial era de 63 fallecidos, pero la ONG española Caminando Fronteras confirmó que los ocupantes de la embarcación no eran 101, como se pensaba inicialmente, sino 130.
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Aquellos senegaleses que deciden migrar no tienen la posibilidad de tomar un avión y entrar legalmente a España. Se les exige visa, incluso si es para estar en tránsito hacia otro destino. Los turnos para solicitar el visado son escasos y el proceso puede demorar años. Ante esta perspectiva, muchos ciudadanos eligen arriesgar su vida y embarcarse en la peligrosa ruta marítima.
Después de 30 años de historia de esta ruta migratoria, hay dos situaciones que entran en juego. Una emergencia humanitaria que hay que atender con miles de personas que se lanzan al mar desesperadas por un futuro mejor. Y una crisis estructural de largo plazo de un continente dominado por otro que no puede desarrollarse a pesar de tener todos los recursos para hacerlo.

La ruta migratoria del mediterráneo: cronología de un mar salvaje

 
Por Camila Valero.
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