Tres adolescentes de 12, 13 y 17 años fallecieron en enero de 2024 por complicaciones tras que le practicaran la mutilación genital femenina. Sucedió en uno de los pocos países del mundo que aún hoy permite legalmente esta tradición y que la defiende una sociedad secreta de mujeres.

Adamsay Sesay (12), Salamatu Jalloh (13) y Kadiatu Bangura (17) eran tres niñas que querían pertenecer al mundo de las mujeres. Para poder hacerlo, en su tierra natal Sierra Leona, es necesario sobrevivir a un rito de paso. Una ceremonia, entendida como una celebración, en la que las mujeres de la Bondo Society se recluyen en el bosque de 2 a 3 semanas para iniciar a las niñas en su sociedad secreta. Para eso, el primer paso es la mutilación genital femenina, el proceso en el que las “soweis” -aquellas mayores y sabias del clan-, le cortan parcial o totalmente el clítoris y los genitales a las niñas.
Este procedimiento es entendido como fundamental para que las niñas puedan convertirse en mujeres. Todas las que pertenecen a la sociedad Bondo están mutiladas. Es una tradición por la cual pasa más del 80% de las mujeres de Sierra Leona porque se considera que es la manera por la cual se contiene el deseo sexual, indispensable para que sean en el futuro esposas fieles a sus maridos. Una cualidad que define el ser mujer en este país de África Occidental. Hay muchos mitos alrededor de por qué se practica y qué pasaría si una niña no es mutilada, en qué se convertiría. Pero más allá de la mitología popular, el rito está tan instalado en la sociedad que muchas no lo cuestionan y lo esperan con ansias porque es lo que las adultas le enseñan a las niñas que hay que desear.
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La iniciación continua con 2 semanas en las que las niñas deben curarse del corte con vendajes, hierbas naturales y remedios tradicionales. Además, durante estos encuentros se enseña a las nuevas iniciadas cómo ser una “buena mujer”, qué se debe hacer en la casa, enseñan a cómo cuidar de un marido, cómo cocinar tradicionalmente y pasan enseñanzas de generación en generación. No se permite la presencia de hombres y una vez transitado el proceso, las niñas se convierten en mujeres respetadas de la Bondo Society.
Pertenecer, de eso se trata. Eso deseaban Adamsay, Salamatu y Kadiatu. No se conocen los detalles de cómo fallecieron. El cuerpo de Salamatu apareció 5 días después de su muerte en un pueblo del distrito de Kambia, al noroeste del país. Su padre, furioso y desconsolado, lloraba la muerte de su hija y pedía una autopsia a la policía. Su madre y su abuela habían sido detenidas hasta averiguar cómo sucedió.

La tradición de la mutilación genital femenina es un asunto de mujeres. Muchas veces los padres no pueden intervenir en el proceso, incluso si están en desacuerdo. Entonces, se enteran una vez sucedido. Abundan los relatos de sobrevivientes que recuerdan la decepción de sus padres cuando las encuentran mutiladas.
Las tres niñas no son las únicas víctimas de esta práctica. Pero, ¿por qué este caso se conoció y tantos otros no? La CNN estaba realizando una entrevista a la activista anti-mutilación genital femenina Rugiatu Neneh Turay cuando ella recibió un llamado alertando de la muerte de estas jóvenes. Fue así que se conoció mundialmente el caso porque el equipo de producción viajó junto a Turay al lugar de los hechos. De no ser por la coincidencia de la entrevista, probablemente estas niñas hubieran sido un número más en la estadística.
En la cobertura, se encontraron con las mujeres de la familia detenidas, en un acto muy inusual para estos casos. No existen condenas firmes o personas presas por muertes relacionadas a la mutilación genital femenina en Sierra Leona. Y estas jóvenes no son las primeras en morir por consecuencia de esta tradición.
El último caso que resonó en la prensa internacional fue el de Maseray Sei (21), que falleció en 2021 en el distrito de Bonthe, al sur del país, por un shock hemorrágico que le produjo la mutilación. La “sowie” (mutiladora) fue acusada de homicidio pero el caso fue descartado por la Justicia por un error en el reporte médico de la autopsia de Sei.
No hay una ley específica en Sierra Leona que prohiba la mutilación genital femenina.
En este contexto, toma relevancia la falta de una ley que prohíba la práctica de la mutilación genital femenina. Sierra Leona es miembro de varias convenciones internacionales que consideran la mutilación genital femenina como una violación a los derechos humanos. Sin embargo, en la legislación local no existe una prohibición efectiva. En el 2007 se intentó incluir como una cláusula en la Ley por los Derechos del Niño, que legisla por encima del resto de las leyes nacionales. Pero luego de un debate parlamentario, la cláusula fue eliminada en la versión final. Lo que sí criminaliza dicha ley es la tortura, existe otra distinta para penalizar los casos de violencia doméstica y una tercera, del mismo año, para prevenir y controlar la propagación del VIH/SIDA, en la cual se sanciona el uso negligente de procedimientos que puedan fomentar el contagio del virus.
Los políticos locales se defienden argumentando que entre estas 3 leyes del 2007 podrían penalizar la mutilación pero todavía falta voluntad política para poder impulsar una ley propia. Así lo descubrimos con Antártica Press cuando en abril de 2023 visitamos el país. Acompañamos a Waris Dirie, activista y fundadora de la ONG Desert Flower, que construyó escuelas en Sierra Leona que educan sobre esta práctica. Junto a Enrique Piñeyro tuvieron una entrevista con Emily Kadiatu Gogra, la viceministra de Educación Secundaria Básica y Superior, para hablar sobre la falta de una ley. Mirá la entrevista en el video:

Si bien la viceministra argumentó que una ley no sería efectiva si no se contase con el apoyo de los líderes de las comunidades en donde manda la sociedad Bondo, la propia historia de Sierra Leona la contradice. En noviembre de 2014, durante el recordado brote de ébola que atacó a gran parte de la población, se prohibió la práctica para evitar la propagación de la enfermedad y se impuso una multa a las “sowei” de 500,000 Leones (US$ 62) si lo practicaban. La incidencia de los casos de mutilación genital femenina descendió llamativamente pero cuando terminó el brote, la práctica volvió a la popularidad.
Hoy existen acuerdos locales en algunas provincias, como el Memorandum de Entendimiento (MOU, por sus siglas en inglés), en donde se acordó con las mutiladores que no se lo practiquen a menores de 18 años y que pidan el consentimiento de las mayores. Son arreglos voluntarios, sin entidad legal. Sin embargo, no existen registros de que alguna de estas leyes se haya usado para denunciar prácticas de mutilación.
200 millones de mujeres en el mundo pasaron por la mutilación genital femenina y 4 millones de niñas están en riesgo de ser mutiladas cada año
Texto: Camila Valero
